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En el siglo XII los hábitos de higiene eran muy diferentes de los nuestros.
Los médicos consideraban que el agua, en especial el agua caliente, deformaba a
los órganos, dejando el cuerpo expuesto a
enfermedades que, si se introdujeran a través de los poros, podrían transmitir
todo el tipo de disfunción. Incluso empezó a extenderse la idea de que una capa
de suciedad protegía contra las enfermedades y, por lo tanto, el cuerpo debería lavarse "en seco",
solamente con una toalla limpia para fregar las partes expuestas del cuerpo. Por
otra parte, la Iglesia condenaba el baño teniendo en cuenta que era un lujo
innecesario y pecaminoso.
Fontes
Mariana
Martins, 7º Ano
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